viernes, 22 de mayo de 2009

Al otro lado del charco (III). Tendiendo puentes en San Francisco, (y no el Golden Gate precisamente)













Superado el susto y apenas conciliado el sueño tocó diana. A las cinco de la mañana, a la carrera al aeropuerto para volar a San Francisco, última etapa del viaje. Antes de coger el avión, repusimos fuerzas y nos apretamos una buena botellita de Martín Berdugo, que tampoco era cuestión de arriesgarse a que nos la requisaran. Avistamos la ciudad de la bahía y el Golden Gate ya por la tarde. Y tras tomar tierra y acicalarnos un poco nos fuimos a una fiesta a la que nos había invitado Carina, una amiga que tenemos en común Diego y yo. Una fiesta muy agradable y que además resultó muy instructiva porque conocimos a gente muy interesante del mundillo como un francés que distribuye los vinos Marqués de Cáceres o el importador de Aalto.

Al día siguiente otra vez carrera de fondo ferial, esta vez en el Bently Reserve. Desde mediodía hasta la siete de la tarde sin parar. En California contamos con Luis, que va a ser nuestro agente y con el que creo que vamos a montar un gran equipo de San Francisco. Los chicos de Wines from Spain nos ayudaron muchísimo, hicimos unos cuantos contactos y me traigo muy buenas sensaciones porque gustaron mucho los vinos y en San Francisco se ve un ambiente diferente a Nueva York, con gente mucho más cercana, más abierta, más bohemia… como muy cosmopolita.

La jornada siguiente, además de las fotos de rigor de los tranvías, las calles empinadas y las casas de madera, Diego y yo nos fuimos de investigación policial siguiendo el rastro del importador ‘perdido’ al que aludía anteriormente. En el muelle localizamos el almacén donde se encontraban nuestros vinos hace años: Pier 23. Una nave enorme y con aspecto abandonado de esas típicas de las películas donde entran los coches y se intercambian las armas, los rehenes o la droga por los maletines de dinero. Pero ahí estábamos ‘Starsky y Hutch’ siguiendo la pista. Pese a las continuas advertencias de prohibido el paso, vallas, señales de peligro… allá que nos aventuramos.
La primera sorpresa fue encontrar, junto a unos cajetines para la correspondencia, unas listas con distribuidores y el nuestro tachado. Nada más subir unas escaleritas nos topamos con un tío conectado al oxígeno y apoyado en una mesa que, juro que parecía más muerto que vivo. Le dijimos que íbamos buscando información y, sin llegar a hablar en ningún momento, nos señaló en una dirección. Aún con el susto en el cuerpo llegamos hasta un mexicano que a su vez nos derivó a su jefe… hasta que dimos con el supervisor, un tipo muy agradable que resulta que era el que le llevaba la logística y la distribución al tal Troy Davis y quien le almacenaba las cajas de vino. Se interesó por si ya nos había pagado y se ofreció a informarnos del stock de nuestro vino, añadas… Para hacernos cargo del tema nos remitió a la chica que estaba gestionado el stock, quien además nos explicó con pelos y señales cómo funciona la logística en EEUU y cómo podíamos hacer llegar una caja desde el puerto hasta cualquier punto.

Tomamos muy buena nota de las enseñanzas y nos fuimos a recorrer San Francisco. Y lo que son las cosas, entramos en un restaurante peruano alucinante: La Mar, que tiene distintos establecimientos por todo el mundo, uno de ellos en México DF que curiosamente estuve yo impartiendo una cata de Martín Berdugo el día de su inauguración. La deslumbrante y no siempre suficientemente ponderada cocina peruana puso un excelente broche a un viaje que, pese al ajetreo, fue totalmente delicioso.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Al otro lado del charco (II). Bodeguero en Nueva York












El día 20, madrugón, vuelo hacia Nueva York y directos a la feria. En esta ocasión también de la mano del ICEX, en colaboración con la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Nueva York y las Cámaras de Comercio de Valladolid y A Coruña tomamos parte en el The Spanish Wine Cellar &Pantry, una degustación de vinos y alimentos gourmets españoles que tuvo continuidad en San Francisco.
Una atractiva cita en el Gothan Hall, donde nuestros vinos pegaban estupendamente con el monumental entorno, en la que tuvimos la oportunidad de dar a conocer Martín Berdugo a buen número de importadores, distribuidores, restauradores y otros profesionales del vino.

Estados Unidos es un mercado por el que merece la pena apostar. Las exportaciones de vinos españoles alcanzaron en 2008 los 2.578 millones de euros, de los cuales 200 correspondieron al país norteamericano. Un territorio que actualmente es el tercer consumidor mundial de vino, sólo superado por Francia e Italia, y que en 2010 se prevé que se convierta en el mayor mercado de vino del mundo. Es un sitio de futuro y con un público superreceptivo al vino en general y ahora muy abierto al vino español. Hay una corriente latina muy fuerte, a la que tratan de sumarse los franceses y por eso lo llaman latino, aunque los que realmente están pegando fuerte son los hispanoamericanos.

Es alucinante porque a nosotros nos tienen un poco desubicados en general, no saben muy bien si somos del nuevo mundo, si estamos en Hispanoamérica, por un lado nos relacionan con Europa y una elaboración tradicional, por otro con el nuevo mundo y con Hispanoamérica…y entonces estamos entrando en muchos sitios. Como la cocina española desgraciadamente no se está implantando al nivel que debiera, sin embargo hay un montón de hispanos que están estableciéndose allí con bares y de tapas y estamos teniendo oportunidades y es uno de los grandes nichos de mercado. Por eso creo que la vía de entrada desde Miami puede ser un acierto.

A la salida de la feria, el descanso del guerrero. Llegamos con lo puesto y nos recomendaron un hotel, el “Amazing” Room Mate, genial situado y muy bien de precio para lo que te cobran por allí. Tenía una piscinita con un ambiente increíble. Nos pegamos un bañito tan ricamente después de la feria, porque estábamos muertos. En esos días es que prácticamente no comíamos, solo por la noche. Pero no todo va a ser sufrir!

A continuación los chicos de Wines fron Spain nos invitaron a un concierto de Bach, alucinante, maravilloso, se nos caían las lágrimas. Fue increíble porque en ese momento creí que estaba subiendo al cielo.

La sorpresa nos la llevamos de regreso al hotel. Nos encontramos con una salvaje fiesta gay en la piscina con un montón de tíos en pelotas, otros en calzoncillos, otros allí montados…¡Toma doble moral americana!. Tengo que confesar que nos acojonamos. Nos pusimos ‘contra la barrera’ y salimos disparados para la habitación, aunque a buen seguro que alguno pensó que en ese ambiente Diego y yo también éramos pareja.

Y pese a que apenas hubo tiempo para el turismo, si hay algo que me sorprendió de La Gran Manzana, es que es una cuidad de contrastes, donde los grandes rascacielos conviven con espacios llenos de sensibilidad donde crecen las flores. Unas calles donde ves las oportunidades que te brinda este país, pero también la dureza y la miseria, pudiendo encontrarte a Naked Cowboy, un friki clásico neoyorkino que sin ningún tipo de complejo toca la guitarra en fardahuevos, o ver a un tío superrico con un vagabundo al lado. Estampas que por momentos me traían a la memoria el conmovedor y crítico poemario de Lorca.

lunes, 18 de mayo de 2009

Al otro lado del charco (I). Chicago, contagiados por el espíritu de Obama












Llevo unas semanas que no paro, cual Willy Fog en su alocada carrera contra el reloj para completar la vuelta al mundo en 80 días, con apenas tiempo para deshacer las maletas y sentarme a compartir mis experiencias o reflexiones. Acabo de regresar prácticamente de Fenavin, en Ciudad Real, pero unos días antes salté el charco bajo el objetivo de, aprovechando la celebración de tres importantes certámenes enológicos, reorganizar nuestro esquema de comercialización en Estados Unidos.

Exportamos al mercado norteamericano desde el año 2003 y en este periodo hemos conseguido colocar allí el 7% de nuestra producción. Sin embargo, el importador que teníamos ‘desapareció’ y al parecer ‘emigró’ a Australia y le perdimos el rastro. Afortunadamente tuvo ‘la consideración’ de no dejarnos a deber ningún pedido, aunque eso sí todo apunta a que presuntamente el pufo se lo emplumó al banco que emitió la tarjeta de crédito.

Hasta ahora él era el único cliente y estábamos en sus manos; una persona con la que a la postre no tienes nada en común y que no encaja con la filosofía de la bodega. Ahora vamos a relanzar el tema, cambiando de enfoque. Hemos fichado a Diego, que vive en Miami, y es el agente con el que vamos a montar la importadora allí. Es quien va a ser la imagen de Martín Berdugo en EEUU y se encargará de ir a visitar a los clientes finales, para saber exactamente dónde estamos vendiendo. Después buscaremos a los distribuidores y nos encargamos nosotros mismos de hacer todos los trámites de importación, almacenar el vino en Miami y desde allí hacerlo llegar a todo el país.

Pues ya con las ideas claras, Diego y yo nos lanzamos a la conquista del ‘territorio americano’. Nos hemos pateado juntos ni sé los kilómetros, bajo el sol y bajo la lluvia, aunque siempre cantando. Comenzamos por Chicago; conocida coloquialmente como Second City (la Segunda Ciudad) aunque no sé por qué, porque en realidad es la tercera con mayor número de población tras Nueva York y Los Ángeles. Allí participamos del 17 al 19 de abril en la segunda edición del World Wine Meetings América, un encuentro de negocios entre más de 100 productores de toda Europa, Argentina y Australia con importadores de toda América.

La feria se celebró en el Embassy Suites Dowtown y resultó muy interesante porque hicimos buenos contactos, aunque fue agotador ya que funciona con reuniones programadas entre interesados de ambas partes y teníamos ininterrumpidamente citas cada 40 minutos con distintos importadores y distribuidores.

Pese al ‘maratón’ hubo tiempo de dar una vuelta por la ciudad y en cada rincón descubres imágenes que te llenan, época de tulipanes, con la primavera dejándose sentir. Uno de los lugares que más me impresionó fue la escultura de Jaume Plensa en Millenium Park. Es el monumento a la comunicación, a la reflexión, a la energía, al acercamiento, a la naturaleza, a la luz, a la calidez humana… Todavía tengo los pelos de punta. Y visita obligada era el Green Mill, en sus túneles Al Capone almacenaba el
Alcohol y os juro que parecía que acaba de salir por la puerta.
Y por todos los lados se siente la presencia y la energía renovadora de Obama. En su ciudad se respira un ambiente de esperanza y nosotros aprovechamos para encomendarnos a su imagen pidiéndole que nos ayude a vender vino. (Continuará).