En Seúl hay una luz especial y da la impresión de que hay una enorme carga de energía contenida. Y me sorprendió gratamente la creciente implantación del estilo de comida española. Estuve en varios locales donde les fascina España, las tapas, el flamenco….Entre ellos un sitio muy curioso es El Albaicín, de un coreano que estuvo viviendo en Granada un año y se ha montado allí su particular cueva, o el Shims Tapa’s Free Sisters Food Bar.
La verdad es que conocí un montón de sitios con gente muy curiosa, como el Oro Café, un lugar de vinos y café, o el Wine Café, en cuyas cartas está Martín Berdugo. Y una vez roto el hielo inicial se muestran muy curiosos e interesados por conocer cosas de nuestra cultura y de nuestros vinos.
Creo que los vinos españoles tienen futuro en Corea, siempre que se apueste por un producto de calidad. Les gusta nuestro modo de vida y nuestro trabajo allí, al igual que en el resto del exterior, pasa por comunicar la cultura española y nuestras costumbres saludables. Y dentro de ellas el vino como un elemento inherente de esa parte fundamental de nuestra cultura que es la gastronomía.
He de confesar de que pese a lo meteórico del viaje, no todo fueron negocios y también tuve tiempo para, entre cliente y cliente, visitar alguno de sus famosos y alucinantes palacios. Con un excelente sabor de boca, el viaje de vuelta me dejó unas sensaciones muy bonitas. Lo realmente mágico fue que durante el viaje iba leyendo los trabajos sobre la felicidad presentados al concurso de micro-relatos convocado por la bodega mientras iba viendo el paisaje celestial y juro que fue como un paseo por las nubes. ¡Una pasada!
La verdad es que conocí un montón de sitios con gente muy curiosa, como el Oro Café, un lugar de vinos y café, o el Wine Café, en cuyas cartas está Martín Berdugo. Y una vez roto el hielo inicial se muestran muy curiosos e interesados por conocer cosas de nuestra cultura y de nuestros vinos.
Creo que los vinos españoles tienen futuro en Corea, siempre que se apueste por un producto de calidad. Les gusta nuestro modo de vida y nuestro trabajo allí, al igual que en el resto del exterior, pasa por comunicar la cultura española y nuestras costumbres saludables. Y dentro de ellas el vino como un elemento inherente de esa parte fundamental de nuestra cultura que es la gastronomía.
He de confesar de que pese a lo meteórico del viaje, no todo fueron negocios y también tuve tiempo para, entre cliente y cliente, visitar alguno de sus famosos y alucinantes palacios. Con un excelente sabor de boca, el viaje de vuelta me dejó unas sensaciones muy bonitas. Lo realmente mágico fue que durante el viaje iba leyendo los trabajos sobre la felicidad presentados al concurso de micro-relatos convocado por la bodega mientras iba viendo el paisaje celestial y juro que fue como un paseo por las nubes. ¡Una pasada!