Acabo de regresar de Corea del Sur, un país donde los vinos Martín Berdugo están presentes desde el año 2004. Acudí a Seúl para participar en la Exposición de Alimentos y Vinos de España y pretendía aprovechar el viaje para, en compañía de nuestro importador, Simon, visitar a algunos clientes.
El mercado del vino en Corea es aún joven; no es un producto de masas debido a que no tiene una gran rotación, pero no porque no les guste, sino porque les resulta caro. Sin embargo tiene gran potencial de crecimiento debido a que su renta mejora cada año y se adoptan cada vez más modas y costumbres occidentales.
La generosidad, calor y amabilidad de su gente se dejó traslucir ya en el viaje de ida, con las Líneas Aéreas Coreanas. Un sufrido vuelo de 16 horas que olvidé de inmediato nada más pisar el aeropuerto, un recinto que te recibe con orquídeas por todos los lados y en el que tecnológicamente todo está pensado hasta el mínimo detalle.
Ya había estado en esa zona de Asia en 2002 y es increíble en apenas seis años cómo ha cambiado Seúl. Una ciudad de más de 13 millones de habitantes, perfectamente organizada, limpia, verde, que conjuga modernidad y tradición y con una población con un poder adquisitivo tremendo.
En la feria, que he de confesar que por momentos tuvo cierto aire ‘sepulcral’ se dieron cita importadores y distribuidores. Pero el ambiente cambiaba radicalmente por la noche. En Corea no beben nada más que a partir de la puesta de sol, les gustan salir y se meten unos lingotazos que no veas. Y aunque los vinos españoles no están muy extendidos, predominan los franceses, los italianos y los californianos, lo cierto es que nuestro Ribera del Duero, como es un vino con bastante estructura, les gusta porque va muy bien para sus comidas especiadas y picantes. (Continuará).
El mercado del vino en Corea es aún joven; no es un producto de masas debido a que no tiene una gran rotación, pero no porque no les guste, sino porque les resulta caro. Sin embargo tiene gran potencial de crecimiento debido a que su renta mejora cada año y se adoptan cada vez más modas y costumbres occidentales.
La generosidad, calor y amabilidad de su gente se dejó traslucir ya en el viaje de ida, con las Líneas Aéreas Coreanas. Un sufrido vuelo de 16 horas que olvidé de inmediato nada más pisar el aeropuerto, un recinto que te recibe con orquídeas por todos los lados y en el que tecnológicamente todo está pensado hasta el mínimo detalle.
Ya había estado en esa zona de Asia en 2002 y es increíble en apenas seis años cómo ha cambiado Seúl. Una ciudad de más de 13 millones de habitantes, perfectamente organizada, limpia, verde, que conjuga modernidad y tradición y con una población con un poder adquisitivo tremendo.
En la feria, que he de confesar que por momentos tuvo cierto aire ‘sepulcral’ se dieron cita importadores y distribuidores. Pero el ambiente cambiaba radicalmente por la noche. En Corea no beben nada más que a partir de la puesta de sol, les gustan salir y se meten unos lingotazos que no veas. Y aunque los vinos españoles no están muy extendidos, predominan los franceses, los italianos y los californianos, lo cierto es que nuestro Ribera del Duero, como es un vino con bastante estructura, les gusta porque va muy bien para sus comidas especiadas y picantes. (Continuará).
No hay comentarios:
Publicar un comentario