viernes, 10 de julio de 2009

Un verano en rosa





Sabemos que la vida no es de color de rosa, por mucho que insistiese Edith Piaf con ese punto gorgoteante, pero en Martín Berdugo queremos dar un toque de color a las reuniones entre amigos y qué mejor época que el verano para hacerlo con un vino especial para disfrutar bien fresco: el rosado 2008, un vino que evoca los ambientes estivales..

Estoy especialmente orgulloso de este vino, un genuino Ribera del Duero 100% tempranillo, que elaboramos a partir del sangrado de los depósitos de uvas tintas, cuando el mosto aún no ha tomado un color excesivo, y que no tiene nada que envidiar a sus hermanos tintos.

Para los profanos en la materia os diré que la mayor parte de los aromas y de los colores se encuentran en los hollejos o pieles de las uvas. Si el tinto se mantiene macerando y fermentando en conjunto el mosto junto a las pepitas y las pieles entre 7 y 20 días para que tome mucho color, para el rosado el contacto se limita a unas 48 horas y una vez ha tomado el color suficiente se sangra el depósito y se trasiega únicamente el mosto a otro depósito de acero inoxidable –cuidando mucho que no se airee para evitar oxidaciones- donde, al igual que el blanco, fermentará el mosto en solitario para transformar en alcohol el resto de los azúcares.

En la cosecha de 2008, gracias a una buena selección de las levaduras, se controló perfectamente la dinámica de la fermentación, que se lleva a cabo a temperatura controlada de entre 7 y 10 ºC para mantener todos los aromas. El resultado es espectacular. Un rosado algo más cubierto y con más cuerpo y personalidad que los tradicionales, con un atractivo y brillante color rosa fresón con reflejos guinda que hay que descubrir tras el descorche porque utilizamos una botella verde para protegerlo y que no evolucione con la luz.

Es un vino que sorprende por su intensa riqueza aromática. Hay mucha gente que dice que no le agrada el rosado y cuando lo prueba realmente le chifla e incluso gente que asegura que no le gusta el vino en general ha terminado por claudicar porque es un vino muy frutal, como si te tomaras un caramelo fresquito, casi como un zumo de verano. Entonces gusta un montón y a la gente joven le está apasionando tomado bien fresquito. Es un vino muy goloso, que llena bien la boca, untuoso, muy redondo y fresco porque está muy compensada la acidez.

A mucha gente le seduce ya desde la etiqueta, aunque también he recibido observaciones de algún sector al que no convence y la calificada como demasiado ‘barbie’. Os considero parte del proyecto Martín Berdugo y por eso me encantaría que nos ayudarais a vestir ‘nuestra’ botella aconsejándonos para decidir cuál de las presentaciones que barajamos os gusta más.

No os durmáis porque se trata de una producción limitada de 10.000 botellas. ¡Salud!