martes, 17 de febrero de 2009

Embajadores de felicidad


Parece que los mensajes de optimismo que desde Martín Berdugo estamos lanzando para hacer frente al convulso 2009 comienzan a dar sus frutos y de una manera u otra seguimos transmitiendo felicidad, que es leitmotiv de la casa. Imbuidos de ese espíritu positivista que parece contagiarse, la suerte nos ha sonreído y un cupón introducido en una caja de vino de nuestra bodega ha sido el afortunado portador del Jaguar FX que el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero ha dotado como premio a la campaña promocional que ha realizando a nivel nacional durante los últimos meses dirigida a los clientes intermedios de la bodega.

Cuando conocí la noticia confieso que sentí la misma ilusión que si me hubiera tocado a mí y aún me puse más contento cuando me enteré de que ese exclusivo automóvil, valorado en 60.000 euros, iba a parar a Burgos capital, mi ciudad y una ‘resistente’ plaza en la que este galardón puede ayudar a que el consumo de ribera alcance la cotas deseadas en la capital de la provincia que acoge el 75% del viñedo de la Denominación de Origen y a una abrumadora mayoría de las bodegas amparadas.

Me alegré de manera muy especial de que la tarjeta de participación fuera cumplimentada por Judit Díez, la encargada del restaurante Villa Trajano, un reconocido establecimiento de cocina italiana situada en la Avenida Reyes Católicos, que desde hace tiempo nos viene incluyendo en su carta dentro de una reducida y escogida selección de riberas, demostrando que hay vino más allá del lambrusco, y con cuyo propietario, Alberto, tengo muy buena relación.

Al final parece que las sinergias van dando sus frutos y, pese a los avatares, todos vamos entrando en un círculo donde nos empezamos a sentir a gusto.Espero que continúe la racha.

jueves, 5 de febrero de 2009

Poner una pica en Flandes




El ir y venir de personas a la bodega suele ser constante aunque el trajín se incrementa en algunas épocas del año. En cualquier caso, en mayor o menor medida, todas las visitas resultan interesantes porque permiten conocer de primera mano diferentes opiniones sobre nuestra filosofía empresarial e impresiones en torno a nuestros vinos y siempre se extraen conclusiones.

Recientemente acogimos a un importante número de supuestos importadores belgas interesados en comercializar vinos de nuestra zona y dispuestos a conocer in situ la calidad y variedad de nuestros caldos dentro de una misión inversa organizada por la Consejería de Economía y Empleo de la Junta de Castilla y León, centrada en promover la promoción y comercialización de los vinos castellanoleoneses en la cuna de Tintín.

Como a todo aquel que se acerca hasta nuestra modesta y funcional casa les agasajamos ofreciéndoles la hospitalidad de la que hace gala esta zona y metiéndoles “hasta la cocina”. Para quien no conozca la bodega, diré que carecemos de fastuosos salones sociales y que no disponemos de una sala de catas específica, por lo que improvisamos y habilitamos mi despacho para que, aunque un poco apretados, pudieran probar nuestros vinos.


Luego, lo que pasa en otras muchas partes, algunos, en vez de valorar el esfuerzo que se hace en que se encuentren lo más a gusto posible, en lugar de considerar la profesionalidad y el buen hacer, el control de los procesos y el producto que tienen en la copa no ocultan cierta desilusión porque esperan una bodega grandiosa que les apabulle. Y a uno en ese momento, en un arrebato muy estilo Pérez Reverte, se le vienen a la memoria aquellos aguerridos, denostados y sanguinarios tercios a las órdenes del Duque de Alba.

No sé si será la herencia televisiva de Falcon Crest, la mitificada imagen de los châteaux franceses o la moda de fichar a renombrados arquitectos para construir ostentosas ‘catedrales del vino’, pero lo cierto es que, desgraciadamente, muchas veces valoramos las apariencias demasiado y nos quedamos en lo superficial perdiendo la esencia y la grandeza.

Pese a todo seguimos empeñados en ‘poner una pica en Flandes’ porque aunque se identifica a Bélgica como el país de la cerveza –fabrican más de 300 variedades-, constituye una buena apuesta de futuro ya que junto con Francia, Alemania y Holanda es el principal destino europeo para los vinos de nuestra región. Prueba de ello es el consumo per cápita ronda los 32 litros –figura en el noveno lugar del ránking mundial en consumidores de vino- y que la exportación de vino castellanoleonés ha experimentado un crecimiento constante en el mercado belga y entre 2004 y 2007 la cifra de ventas ha crecido en más de un 60%, pasando de poco más de 1,8 millones de euros a superar los tres millones durante ese último ejercicio y con la previsión de un crecimiento sostenido en 2008.