


Los coreanos son principalmente bebedores de cerveza, trasiegan del orden de 54 litros por persona al año, siendo la segunda bebida alcohólica más popular el soju o soyu, un licor de arroz. Vino apenas consumen 0,83 litros. Sin embargo esta tendencia va cambiando y la demanda de vino está registrando espectaculares incrementos, como en 2007 que creció el 38,5%. Para ellos se ha convertido en un producto saludable y sofisticado y es un orgullo ver tus vinos en los restaurantes coreanos tradicionales y comprobar hasta qué punto compartir una botella puede llegar a unirte y acortar distancias a pesar de la diferencia de culturas.
Saben apreciar lo bueno y fue una gozada degustar, sentado en un suelo con calefacción radiante, descalzo y frente a una mesita con hornillo, un Martín Berdugo acompañando a unos espectaculares arroces con carne y brotes vegetales. En general la comida es superpicante, y prácticamente probé de todo –me encantaron una especie de rollitos de sushi, la pasta de doenjang hecha con soja y las gambas rebozadas- a excepción del controvertido perro que prometo que ni siquiera me llegaron a ofrecer.
Es fundamentalmente la gente joven la que está consumiendo vino e introduciéndose en la enocultura. Coreanos de entre 35 y 45 años con un poder adquisitivo elevado, porque es un producto caro. Una botella que origen pueda costar 10 euros allí puede llegar a los 30. Ya solo la tarifa arancelaria sube un 15%, a lo que hay sumar un impuesto especial sobre el vino del 30% y una ‘tasa de educación’ del 15%.
Con Simon de cicerone recorrí una buena parte de la ciudad, descubriendo una urbe moderna y sofisticada, muy cercana a lo occidental, y sorprendentemente accesible. (Continuará)
Saben apreciar lo bueno y fue una gozada degustar, sentado en un suelo con calefacción radiante, descalzo y frente a una mesita con hornillo, un Martín Berdugo acompañando a unos espectaculares arroces con carne y brotes vegetales. En general la comida es superpicante, y prácticamente probé de todo –me encantaron una especie de rollitos de sushi, la pasta de doenjang hecha con soja y las gambas rebozadas- a excepción del controvertido perro que prometo que ni siquiera me llegaron a ofrecer.
Es fundamentalmente la gente joven la que está consumiendo vino e introduciéndose en la enocultura. Coreanos de entre 35 y 45 años con un poder adquisitivo elevado, porque es un producto caro. Una botella que origen pueda costar 10 euros allí puede llegar a los 30. Ya solo la tarifa arancelaria sube un 15%, a lo que hay sumar un impuesto especial sobre el vino del 30% y una ‘tasa de educación’ del 15%.
Con Simon de cicerone recorrí una buena parte de la ciudad, descubriendo una urbe moderna y sofisticada, muy cercana a lo occidental, y sorprendentemente accesible. (Continuará)
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