viernes, 30 de octubre de 2009

La cosecha del color y los aromas







Tras un injustificable parón de tres meses retomo este ejercicio de confesión epistolar on-line con propósito de enmienda para que no se vuelva a repetir el ‘interruptus’. Atrás queda el mágico momento del envero cuando allá a comienzos de agosto comienzan a ‘pintar’ las uvas cambiando su color y forma, las siempre cortas vacaciones estivales y los frenéticos preparativos de una vendimia que ha resultado excepcional.

La recolección se ha adelantado unos 7 días a las fechas habituales en Ribera del Duero y tras haber tenido un año muy seco el fruto ha tenido unas características estupendas con un color y unos aromas maravillosos. He de confesar que, a diferencia de los nervios de campañas anteriores por las inclemencias climatológicas, por primera vez en toda la historia de la bodega hemos tenido una vendimia más o menos tranquila, con un tiempo increíble y pequeños episodios de lluvia que nos vinieron incluso bien para descubar. Ha sido una gozada, aunque este año hemos elaborado algo menos de cantidad que el año anterior, pero eso sí con una calidad fabulosa.

Sin querer echar aún las campanas al vuelo, porque por utilizar un símil taurino hasta el rabo todo es toro, todo apunta a que la de 2009 será una cosecha histórica. Sí puedo avanzar que este año las fermentaciones alcohólicas, en las que todos los azúcares del mosto se transforman en alcohol por efecto de las levaduras, han ido estupendamente. Ya hemos descubado y ahora estamos en plenas malolácticas, donde el ácido málico se transforma en ácido láctico por acción de las bacterias dejando los vinos mucho más redondos y elegantes, un proceso que necesita un pequeño aporte de calor, por lo que justamente ahora estamos tratando de mantener la bodega calentita para que arranquen estas segundas fermentaciones.

Al principio costó la extracción, pero la maduración fenólica de la uva ha sido de manual, los hollejos estaban cargados de antocianos –pigmentos naturales (polifenoles) que se encuentran en la piel de las uvas tintas y han salido unos caldos con un color increíble que, junto con la riqueza aromática, quizás es una de las características diferenciales de una añada con la que estamos empezando a soñar.

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